Con tal de dejar de lado el clima de sombras y pesimismo, no eran pocos los que se refugiaban en el deporte rey. Hay cientos de historias de hombres que alternaban el fusil por la pelota semana tras semana. Y esta es una de ellas, una de un partido que acabó siendo eterno.
Todo comenzó el 6 de agosto. El FC Start, un equipo formado por ucranianos (algunos de ellos prisioneros de guerra), había comenzado, de manera profesional, sus andaduras por el fútbol internacional. Con ocho jugadores del Dinamo de Kiev y tres del Lokomotiv de Kiev, el conjunto triunfó en sus seis primeros partidos. Dos equipos húngaros, un rumano, un ucraniano y un alemán cayeron en una serie de choques que se disputaron entre junio y julio, poco antes de uno de los sucesos más trágicos de la historia del fútbol.
Habiéndose hecho un nombre internacional, el FC Start fue retado por el Flakelf alemán, un equipo formado por soldados de la 'Wehrmacht' (La fuerza de defensa nazi). El resultado aquel 6 de agosto fue sonrojante para el cuadro alemán, que se vio humillado en Ucrania con un 5-1 en el marcador y regresó al país teutón con ansia de revancha.
La Administración Alemana, consciente de que la derrota podría suponer un golpe de moral para la ciudadanía, exigió jugar la revancha y el FC Start aceptó. Eso sí, esta vez el partido se celebraría con el Flakelf como local. Además, el club germano informó de que el árbitro sería elegido por ellos.
El reto de los soldados de la 'Wehrmacht' situó a los ucranianos en terreno hostil. A un lado del campo se encontraba el equipo alemán, al otro, los jugadores -y combatientes de guerra- del FC Start... y en el centro, un árbitro que procedía de las 'Waffen-SS' (el cuerpo de combate nazi de élite).
Pero en la cabeza de los soldados del balón ucranianos no estaba la idea de rendirse ni dejarse amedrentar por el terror. Esta vez no se armaron con rifles, pero sí con valor. Y volvieron a dejar en evidencia al equipo nazi.
En un partido en el que hubo inmumnidad arbitral para el Flakelf (se habla de que el árbitro dejó sin sancionar hasta patadas en la cabeza sufridas por jugadores del FC Start), la calidad de los ucranianos se impuso al poderío físico alemán. El partido se marchó con un 3-1 al descanso y acabó con un 5-3 que pudo ser mayor si Klimenko, un defensor del equipo visitante, no fallaran un balón a puerta vacía en señal de protesta por el maltrato físico y arbitral que acabaron recibiendo.
Con una nueva humillación en su palmarés, el Flakelf se marchó del estadio y el FC Start también pudo hacerlo. Pero la tranquilidad sólo les duró una semana. Justo después de ganar por 8-0 su siguiente partido frente a un equipo húngaro, un total de nueve de los 11 jugadores del equipo fueron capturados por la Gestapo (Policía secreta del régimen nazi). La única razón que dieron los alemanes por el arresto fue la supuesta pertenencia, no demostrada, de los futbolistas con la NKVD (Departamento gubernamental soviético).
Las consecuencias, avisadas justo antes del segundo partido ante el Flakelf, fueron horribles. Uno de los jugadores, Nikolai Korotkykh, murió torturado durante los siguientes días. Los demás ocho fueron trasladados a campos de concentración. Cinco fueron asesinados y tres pudieron sobrevivir.
Finalmente, el terror le pudo al fútbol, pero no a las ganas de vivir. A las ganas que tenía un equipo de hacerse eterno. Los jugadores del FC Start perdieron la guerra pero ganaron el 'Partido de la Muerte'.
Por: besoccer.com